martes, febrero 19, 2008

Metamorfosis




En la vida como en el amor te toca hacer de gusano y a la vez de mariposa para sentrite bien contigo mismo y para con los demás, no es necesario decir que metamorfosear por momentos es sobrevivir en la jungla dura y dificil de los hitos marcados por un corazón loco por amar.

La bellísima Leda cautivó, sin saberlo, al más reconocido de los dioses, el largovidente y poderoso Zeus, según lo describe el himno homérico. Ella se bañaba en el río Eurotas, de Esparta, y allí la vio por primera vez el dios del Olimpo, quien urdió una estratagema para conquistarla: Zeus pidió a Afrodita que se metamorfoseara en águila y asustara a Leda, que huyó así a refugiarse entre las alas de un majestuoso cisne blanco, que no era sino el dios enamorado, Zeus.Pero Leda, hija del rey Testios, sólo fue una amante más entre las muchas amantes mortales del dios mitológico, del que el himno órfico dice que fue cabeza y centro de todas las cosas, fundamento de la tierra y de los cielos. Zeus, el Júpiter romano, tuvo muchos matrimonios divinos: Metis, Temis, Dione, Eurínome, Mnemosina, Leto, y sus hermanas Deméter y Hera; y muchas amantes mortales: Níobe, Calisto, Antíope, Dánae, Alcmena, Egina, Electra, Europa, Io, Leda, Maya, Semele... Para conseguirlas, Zeus no dudó en transformarse en animal, rey o elemento: en águila para conquistar a Egina, en toro para deslumbrar a Europa, en cisne para cautivar a Leda; adoptó la forma del rey Anfitrión y se hizo pasar por éste para seducir a su esposa Alcmena; se convirtió en finísima lluvia de oro y cayó sobre Dánae hasta poseerla...