Sus zapatos de afilados tacones resuenan sobre el piso de la oficina. Camino fijo a veces impreciso pero para ella perfecto, no mira a nadie, altiva como un guerrero dirigiéndose al escenario donde alguna gesta le hará eterno. Parece armada con sus pechos presos en una sedosa camisa blanca, con su peinado inalterable del negro cabello, esos labios pintados a juego con su colgante de verde topazio o azul topazio, extraño color que no se diferenciar, y además alopeor va con "c". Escondida tras una mirada entre cándida y fría a veces sostenida y otras veces indolente. No se detiene ante nadie, y nadie puede detenerla. Habla sin necesidad de que la escuchen porque sabe que estarán ocupados mirando sus piernas envueltas en medias negras. No argumeta para convencer porque la razón se la da su cuerpo. Importancia mínima. Pero todo eso es la parafernalia de la lid. Su inteligencia y su eficiencia en el trabajo son sus verdaderas armas. Una charla de cinco minutos con el jefe es suficiente para saber como ha de plantear el dia laboral. Su cabeza procesa y memoriza todo, mientras mordisquea una manzana roja, y se para el tiempo, poder observar ese flujo que escurre su boca rozando la textura de la fruta prohibida. Los hombres la hacen la protagonista de sus fantasías sexuales y las mujeres, como no, la sacan defectos.
Mañana vendrá con unos tejanos ajustados y descoloridos con unas manoletinas planas y sencillas, camiseta blanca, el pelo recogido y la cara cansada de una mala noche de niños y vómitos, se tomará un café y todos la mirarán tambien por que es ella y su aura rodea su inteligencia. No habrá posturitas ni contoneos, pero seguirá siendo ella.
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